Estas Navidades el centro cultural Conde Duque ha contado con nosotros dentro de su programa de actividades en familia y podemos asegurar que fue un éxito total gracias a la ambiciosa convocatoria, a la respuesta masiva de las familias (las plazas de los ocho talleres que llevamos a cabo se agotaron en menos de 24 horas) pero también gracias a sus espacios maravillosos para trabajar y a la eficacia de un gran equipo. Con todo esto, las familias, que venían con muchas ganas de pasarlo bien, se marcharon encantadas. 🙂
El aula para los talleres era una sala de ensayos enorme, con una acústica impecable y unas vistas preciosas, que nos sirvieron incluso de apoyo para nuestros talleres. Durante las dos jornadas de talleres que hemos llevado a cabo sentimos el apoyo y la implicación del personal del centro: asistentes, técnicos, servicio de limpieza, seguridad… ¡un gusto trabajar así!
En los ocho talleres colgamos el cartel de completo y ¡ni una baja! Algo increíble, dadas las fechas plagadas de eventos y virus varios. Familias enteras dispuestas a construir en equipo que disfrutaron muchísimo y se implicaron con un entusiasmo que nos emociona.
Las mañanas arrancaron con una versión de Manhattan con Lego, rascacielos altísimos, de muchas formas distintas y llenos de colores. El truco para conseguirlo es saber un poco de estructuras en altura, un poco de construcción y un poco de historia del rascacielos, y así ganar a los problemas de esbeltez, de peso y de vientos y terremotos. Trabajar en equipo ayuda, y si encima es en familia hay una complicidad que hace que todo sea mucho mas divertido. Al final del taller, después de admirar nuestra ciudad, nos volvemos un poco locas e intentamos juntar todos los rascacielos en una megatorre que muchas veces acaba cayendo entre risas.
En el segundo taller, cambiamos las ciudades modernas por las medievales, para descubrir todos los secretos sobre la construcción de muros. Sus funciones, qué tipos hay, cómo se construyen para que sean resistentes, la trabazón y los aparejos de sus piezas….Cuando consideraron que ya tenían claro el tema, se pusieron manos a la obra y, paño a paño, montaron sendas murallas que dejaron a la de China pequeña y a la de Ávila monótona: trocitos de muro palomero, en espiga, torres de vigía, puertas imponentes ¡e incluso un foso!
Por las tardes, en dos turnos, nuestro clásico y siempre genial “Refugios y emociones en familia”: grupos construyendo refugios en los que entrar para sentir distintas emociones. Uno con una puerta con dientes que daba miedo, otro oscuro y lleno de nubarrones y gotas de lluvia que te ponía triste al entrar (sólo un poco..), otro lleno de colores y pegado a la ventana para que entre la alegría, y hasta un rincón decorado con estrellas y árboles para relajarnos en calma. El trabajar en equipo pasa en este caso por primero elegir el lugar, para luego diseñar y construir una estructura estable y dotarla de un cerramiento adecuado..¡sin perder de vista las emociones!
Muchas gracias al Ayuntamiento de Madrid por ofrecernos esta oportunidad, y esperamos volver el año que viene, porque la experiencia nos ha encantado. 🙂
María Bescansa es arquitecta y chiquitecta