El pasado 19 de febrero, aprovechando que era día no lectivo organizamos en el Espacio Fundación Telefónica dos sesiones del taller #casasAFULLer, inspirándonos en la exposición Curiosidad radical que muestra la obra y las ideas de Richard Buckminster Fuller: diseñador, arquitecto, pensador, filósofo nacido en EEUU en 1895.
Fuller, “Bucky” para sus amigos, fue un auténtico visionario porque muchos de los temas que investigó y propuso se han hecho realidad como “una red que nos conecte a todos” que hoy identificamos con internet, “una escuela en la que los contenidos están al otro lado de la pantalla” algo que habitualmente hacemos a través de youtube. Fuller patentó algunos inventos y trabajó en numerosos proyectos, pero para este taller nos centramos en el problema de la vivienda, un tema que hoy continúa estando de actualidad.
Fuller era un revolucionario y deseaba cambiar las cosas. Estaba convencido de que cualquier transformación profunda en nuestra manera de vivir debe empezar por la vivienda. Reimaginar el hogar es la manera más sencilla de reestructurar y rediseñar la sociedad. Bucky consideraba que comparado con el resto de avances técnicos de esa época – hablamos de 1928- las casas habían cambiado muy poco.
Fuller comienza entonces a trabajar con diferentes prototipos de viviendas bajo una serie de principios. Las casas debían ser: ligeras, móviles (su localización podía cambiar tan rápido como lo hacen las necesidades de sus habitantes) adaptables (a cualquier terreno o lugar) y transformables. Además, se debían construir muy rápidamente (para ahorrar costes) y suponer un bajo impacto medioambiental.
Teniendo en cuenta todos estos condicionantes, y tras inspirarnos con las imágenes de la casa Wichita nos lanzamos a la construcción de viviendas. Los y las participantes, de entre 7 y 11 años, demostraron haber entendido perfectamente los principios de Fuller para el que era necesario “hacer de la propiedad del suelo algo tan vacío de significado como la propiedad del mar es para un barco”. En seguida se lanzaron a la construcción de maquetas con todo tipo de materiales: cajas de cartón, bandejas de porexpan, palillos, tubos de cartón, cartulinas, cartón corrugado e incluso envases y tapones de plástico.
Casas deslizantes y autosuficientes como la de Jara, con un huerto en la cubierta y un mini generador para convertir la energía eólica en eléctrica. También hubo espacio para las viviendas colectivas, Martín construyó un pequeño bloque de tres pisos con ruedas gigantes que se mueven gracias a la energía solar captada por los paneles de la cubierta. Casas con un sistema de recogida de agua de lluvia para su uso en el baño y placas solares como la de Álvaro. Hogares plegables que puedes transportar en el coche; robots que hacen las tareas domésticas y se encargan de que la casa esté confortable, regulando la luz y la temperatura.
En definitiva, casi una veintena de fantásticos proyectos que a Fuller, sin duda, le hubieran encantado.